sábado, 23 de enero de 2010

En la estancia de confronto.

Pásalo por Facebook Cuando el queridísimo señor Confronto me dio el permiso de pasar a su gran salón ceremonial, sentí la faringe entrecortada, mis músculos como trapos embalsamados y un apretazón en el recto que me demostraba como aquellos chistes de esquina gozaban de toda la razón acerca de la teoría de que el hombre muere por el culo sin embargo intente ignorar mi inseguridad al recordar exactamente las palabras que yo le tenía que decir. Al pasar por la guardia di tres pasos al frente y presencie la estancia de aquel que tanto respeto le tienen; tres costales cerrados de cabuya arrimados al frente de lo que parecía ser el trono mayor, velas caseras hamacas de pita vieja y dos guardias más le ponían un tono de seriedad palpable a esta vaina pero aun estando sereno como todos en presencia mía. Las hamacas seguían vacías, los costales cerrados y las velas calvas, lo único que parecía tartamudear de viveza eran aquellas dos pupilas que sobre mi estaban, su mirada como dos rayos de luz que parecían quemar en contraposición con mi nervioso mirar. Entretanto le sume más pasos a mi andar y al llegar a distancia respetable me incline y dije: oh, señor confronto si por comer más hablara menos tendría que resignarme a morir hablando en las calles, y es por mi respeto a mi mismo que estoy aquí, por mi manera de reconocer mis necesidades naturales, soy el traidor que apuñala a su propia cabra para comérsela, que haza a él tan generoso pollo para celebrar sus restos en festín, el que viola el suelo para extraer el arroz y por los días que vienen recordare lo que mis amigos hicieron y comieron. ¡Hay Que asco de mí! , ¡Hay que asco mi!, lo reconozco ante ti señor confronto y ruego que me dé su perdón!. Unas docenas de segundos pasaron y yo seguía abrazando mis palabras que quedaron en el aire amanerado del salón. Dos guardias me tomaron por los codos y me incorporaron a la altura de la frente del respetado. Piel morena, ojos negros, uñas amarillas y suelo descalzo. Mas simplista no podía ser el man, aunque por eso mismo tal vez haya iniciado todo esto creo en mi corazón que tiene sentido. A continuación confronto se levanta y dice: veo así pues el que balbució tanto y hablo poco, veo pues uno más que viene a mi salón y reconoce haber malherido la idiosincrasia y la pureza de lo que nos dio vida sin embargo se que ustedes los que corren a instancias de salvación y remedio son aquellos que conocen las vainas buenas. Confronto se dirige hacia un costal de los que estaban arrimados a su alcance, lo abre y hunde su mano para sacar lo que tanto he soñado con ver, aquello que había olvidado sin ni siquiera haberlo querido de recordar. Ay estaba de nuevo la panocha, mi herramienta, mi remedio, mi creadora, el verdadero motor de mi energía y el realmente verdadero alimento de los pueblos. Confronto la sigue sosteniendo hasta que me devuelve la atención y me pregunta: la quieres de bocadillo o de queso?

RIKY.